martes, 25 de marzo de 2014

Quito, luz del alma!

"Hay gente que es de un lugar, no es mi caso yo estoy aquí de paso"

Es la frase que siempre me recuerda las virtudes de vivir, en momentos de oscuro silencio y mojadas sábanas.

A estas alturas de la vida, tan corta por cierto, ya no logro distinguir algunas emociones que se desprenden de situaciones de dudosa procedencia. Como por ejemplo, planear el viaje de tus sueños, o uno singular que se le parezca, y no saber si las sonrisas que te rodean vinieron a ti por lástima, ternura, alegría o misterio.

Sean cual sean las razones que te determinen un pensamiento. Yo estaba emocionado de al fin haber decidido visitar una vez más la capital y disfrutar de un fin de semana de despojos, de ternura, de libertades ajenas. 



Llegamos a Quito en medio de una espléndida mañana que empezaba a brillar, el sol nos había seguido para alegrar nuestra estadía. Casa Equinoccio como siempre, estaba llena de sorpresas, nos recibió la presencia de un colombiano clown, una alemana con estilo voraz y voces de encanto, un francés de pocas palabras y los anfitriones Job de México, Muy de Alemania y la queridisima Negra. 




En nuestro primer día, quisimos aventurarnos a conocer la famosa Mital del Mundo.

Sin conocer las distancias, ni los buses que se debían tomar, a mitad del camino ya estábamos bajo la influencia de la bilis, desorientados, desesperados y con ganas de desistir.

Cuando finalmente llegamos, -después de casi tres horas de viaje-, alimentamos el alma y nos tomamos fotos desde afuera con el monumento de la Mitad del Mundo a nuestras espaldas. Nos pareció demasiado aburrido como para pagar $3 de entrada, así que decidimos aprovecharlo en otra cosa. 




De vuelta en la ciudad, intentamos descansar sin resultado alguno y nos arreglamos para asistir a la despedida de uno de los anfitriones, MUY, quien después de casi 4 meses de vivir en Ecuador, volvía a su natal Alemania.

En el camino me encontré con un amigo y su grupo de colegas, quienes desde el primer momento nos integraron a su ambiente, y nos regalaron minutos de camaradería y buen entendimiento durante la velada. Jugamos 'beer pong' (yo por primera vez), y refrescamos más la noche con unas cervezas artesanales. Mil gracias a Sebastián y su novia, por al fin brindarme el privilegio de conocerlos. Encendieron nuestra noche.



Aun era temprano cuando nos despedimos del 'beer pong', así que nos dirigimos hacía la fiesta de 'Muy' para continuar la noche. Por ahí en medio de las sombrías calles de Quito, encontramos la casa en donde se realizaba. Un ambiente ameno y algo extravagante en ciertos aspectos, pero con un gran estilo y buena energía, llamado 'Pachacuy'.



Apenas a una hora de haber llegado, Emiliano, uno de los argentinos con los que viajaba, empezó a sufrir los efectos de una quemadura propiciada el día anterior mientras practicaba telas. Su cara cambió y el ambiente también; tanto fue su dolor, que decidimos dar por terminada la noche y acompañarlo al hospital, aunque sería en vano.

Muchas cosas pasaron después, cosas que ni las recuerdo, gracias al profundo arrullo que te envuelve en la sierra y te permite dormir por horas.



En nuestro último día, Emiliano logró que lo atendieran en una clínica privada y pudo sentirse mejor. Luego de esto salimos a recorrer un poco las calles capitalinas, antes de retornar a lo habitual. 





Para mi una de las mejores partes fue haber el compartido la última tarde entre amigos: disparando estupideces, violando leyes inexistentes, cantando a viva voz, y sintiéndonos libres. 

"Quito regala magia y buenos momentos, aunque siempre dudes de su silencio". 













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